Venezuela: Grandes Desafíos para Nicolás Maduro y para la Oposición



La suerte está echada. La oposición tendrá el control de la Asamblea Nacional de Venezuela a partir del próximo mes de enero, por primera vez desde que Hugo Chávez asumió como presidente del país en 1999. Después una larga jornada electoral el 6 de diciembre (2015), la presidenta del Consejo Nacional Electoral, Tibisay Lucena, anunció que la Mesa de la Unidad Democrática había ganado 99 curules y el Partido Socialista Unido de Venezuela 46. Y que faltaban 22 escaños por decidir. Comienza ahora una guerra política entre el presidente Nicolás Maduro y el nuevo parlamento.

Líderes de la oposición anunciaron desde la noche del triunfo que sus primeras medidas estarían encaminadas a mejorar la crítica situación económica de Venezuela, y a declarar una amnistía para 75 prisioneros políticos encabezados por Leopoldo López y Antonio Ledezma. En medio de la angustia por la derrota, el oficialismo aun no ha dado a conocer cómo enfrentará la ola opositora que ha tomando por asalto, a través de las urnas, el aparato legislativo.



Lilian Tintori, activista de derechos humanos y esposa del líder opositor encarcelado Leopoldo López. (Foto: Wikipedia).


Las alternativas reales en manos de Maduro, en lo que resta del mes de diciembre, podrían ser devastadoras para el triunfo de la MUD aun con el control de la Asamblea. En los pocos días que faltan para que concluya el mandato del parlamento actual, Maduro podría conseguir una ley habilitante que le permita gobernar por decreto durante cierto tiempo. Esto sería fatal para Venezuela porque ataría las manos de la oposición vencedora y daría el tiro de gracia a la débil credibilidad de la democracia venezolana.

Aun después, cuando la Asamblea ya esté en manos de la oposición, Maduro podría utilizar otros recursos para paralizar el trabajo de sus adversarios. No pocos expertos coinciden en afirmar que el mandatario utilizaría el poder de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo, integrada por jueces afines al gobierno, para declarar inconstitucional las leyes aprobadas por la Asamblea. Esto igualmente retrasaría la recuperación económica del país, impediría la reconciliación nacional que tanto necesita Venezuela, y haría aun más impopular la gestión de Maduro y de sus seguidores.

Hay que entender que a lo largo de casi dos décadas, el chavismo colocó en posiciones de poder mediante medidas arbitrarias y violaciones de la propia Constitución bolivariana, a fieles seguidores de su doctrina. De esta manera, Hugo Chávez trató de mantener una apariencia democrática pero con el control de todo, gracias a su enorme popularidad y a su carisma personal. Esas posiciones de poder, todavía en manos del oficialismo, van desde la Fuerza Armada hasta los tribunales, desde el Consejo Nacional Electoral hasta un capitalismo a medias formado por lo que los venezolanos llaman la "boliburguesía". Nicolás Maduro es todavía el dueño y señor de ese aparato.

¿Por qué fracasó el chavismo?

La aplastante victoria de la MUD en las legislativas del 6 de diciembre, ha sido el resultado del rotundo fracaso de un modelo vencido en el tiempo, que eligió Chávez desde el momento mismo en que entendió que tenía el apoyo de grandes sectores de la población. Pero tal vez sea la opinión de un gran amigo de Chávez la que haya que tomar en cuenta para entender la dimensión de ese fracaso. José Mujica, ex presidente de Uruguay, de formación marxista, ex guerrillero tupamaro y ex prisionero político durante la dictadura militar uruguaya, utilizó una frase muy sencilla para definir la gestión de Chávez en el libro Una oveja negra al poder, escrito por dos periodistas de su país. Mujica dijo a los autores del libro sobre su vida: "Le advertí desde el principio, cuando asumió la presidencia de Venezuela, que no iba a construir el socialismo. Y no construyó un carajo".

Cuando Chávez intentó derrocar mediante un golpe de estado al presidente Carlos Andrés Pérez la madrugada del 4 de febrero de 1992, hacía menos de dos meses que había concluido la Guerra Fría con la desintegración de la Unión Soviética, en diciembre de 1991, y habían pasado apenas tres años que se había producido la estrepitosa caída del Muro de Berlín, hechos que causaron un trauma emocional sin precedente en la izquierda radical y que se convirtieron en mensajes suficientemente claros para determinar cuál era el rumbo que debía seguir cualquier proyecto socialista en el futuro. Pero cuando Chávez llegó al Palacio de Miraflores en 1999, no escuchó las palabras de su amigo revolucionario José Mujica, ni del ex presidente socialista del gobierno español Felipe González, que acababa de salir de un período de 16 años al frente de la política del país ibérico, ni de ningún otro líder del movimiento socialista democrático. Se dirigió al lugar menos apropiado, para escuchar los consejos del hombre menos indicado: Fidel Castro, hijo pródigo de la Unión Soviética y protagonista de un modelo obsoleto. Muy pronto Venezuela se llenó de "asesores" cubanos. Esto hizo pensar a muchos, que Chávez no estaba verdaderamente interesado en un proyecto socialista, sino en perpetuarse en el poder como lo había hecho el líder comunista cubano, que para esas fechas había estado ya 40 años en calidad de dictador, luego de haber suspendido las libertades fundamentales universalmente aceptadas, haber suprimido la propiedad privada, y de haber defendido durante cuatro décadas los principios que se derrumbaron piedra por piedra la noche de 9 de noviembre de 1989 en la capital alemana.

Muy tarde llegó también el mensaje del teórico que inspiró a Chávez, el ensayista uruguayo Eduardo Galeano, autor del libro preferido del líder venezolano y de casi toda la izquierda latinoamericana, Las venas abiertas de América Latina. Galeano, poco antes de morir, dos años después que Chávez, confesó que no sabía de economía ni de políticacuando escribió el libro. Fue otro balde de agua fría para los residuos marxistas del continente.

De manera que no toda la culpa del fracaso es de Nicolás Maduro, aun cuando haya sido él mucho menos hábil que Hugo Chávez a la hora de manejar un proyecto que nació muerto, y que una inflación del 126.8%, una enorme escasez de productos básicos, una inseguridad que se refleja en la muerte de un venezolano cada 20 minutos, prisioneros políticos, censura y cierre de medios de comunicación en un país supuestamente democrático, y el colapso de los precios del petróleo le hayan dado el tiro de gracia.


Carta crítica del secretario general de la OEA, Luis Almagro, al ex canciller Elías Jaua:

(Hernández Cuéllar, autor de la columna Cafe Impresso, es director y editor de Contacto Magazine, revista que fundó en julio de 1994 en Los Angeles, California. Es también autor del libro ¡Última hora! - Manual para el consumidor de noticias de la era digital. Desde 1981 ha trabajado en todo tipo de medios: agencias de prensa, diarios, radio, televisión, semanarios, internet, revistas y redes sociales. Fue redactor de la agencia EFE en Cuba, Costa Rica y Estados Unidos, así como editor metropolitano del diario La Opinión de Los Angeles, California, e instructor de periodismo de la Universidad de California en Los Angeles, UCLA).

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